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sábado, 8 de septiembre de 2018

HOMENAJE A SHIHAN ANTONIO PIÑERO



Bien podría decirse que la historia del Karate Kyokushinkai en España es en buena parte la biografía del shihan Antonio Piñero. En 1968, a los 24 años, fundó el dojo referente para este estilo en España, evento que ahora conmemoramos en este artículo.
Para situar al shihan Antonio Piñero en los acontecimientos históricos de los que él acabará formando parte importante, no estará de más que presentemos unos breves apuntes acerca del panorama del karate Kyokushinkai, que allá por el año 1952 comenzó a definirse con el nombre de Oyama Ryu, debido a su fundador: Masutatsu “Sosai” Oyama (1923-1994). En 1956 se abrió el primer dojo del estilo propiamente llamado ya Kyokushinkai. Una señal evidente del reconocimiento de tal escuela está en el éxito alcanzado por su primer libro, de difusión internacional: What is Karate? (1958).
SOSAI OYAMA Y ANTONIO PIÑERO

Uno de los principales responsables de la difusión del Kyokushinkai por Europa fue el Shihan Jon Bluming (holandés, nacido en 1933) que practicó el estilo en Japón y llegaría a ser, en 1965, el primer no japonés de la escuela. Jon Bluming ostentaría el cargo de Director de la Delegación Europea de Kyokushinkai hasta 1970, fecha en la que se separó de la Organización Internacional por ciertas discrepancias con el que, junto a Donn Draeger, fuera su maestro: Masutatsu Oyama.
En 1965, el shihan Steve Arneil fue el primer no japonés que superó el giaku niun kumite, el combate de los cien hombres; al año siguiente sería el shihan Loek Hollander. Y aquí comienzan a converger una serie de nombres que han de ser muy importantes para el desarrollo del Karate Kyokushinkai en Europa y España. En 1974, Loek Hollander sería el primer Presidente de la Organización Europea de Kyokushin Karate; en 1983, Steve Arneil y en 1992 Antonio Piñero. Actualmente, el shihan Loek Hollander (décimo dan, reconocido en 2017) es Presidente de la Federación Mundial de Kyokushin.

Muy a grandes trazos, estas son las circunstancias en las que se enmarca la biografía del Shihan Antonio Piñero, noveno dan y Vicepresidente de la Organización Mundial de Kyokushin (KWF).

Antonio Piñero es el responsable de la fundación en 1968 de la primera Delegación Española de Kyokushinkai, cuya sede se encuentra, en el todavía gimnasio-dojo Karate-Kan de Zaragoza. Su primer dan lo había logrado en el Reino Unido donde, desde muy joven, practicó Karate Kyokushinkai bajo las directrices del Shihan Bob Bolton y del Shihan Steve Arneil que habían organizado el primer dojo de este estilo en Londres en 1966; ambos estudiaron en el Honbu creado por Masutatsu Oyama en Tokio. Así pues, el acercamiento de Antonio Piñero al Karate Kyokushinkai se produce desde las enseñanzas de dos aventajados discípulos directos de Sosai Oyama cuya filosofía impregnaba, en la seriedad de la práctica, las sesiones de entrenamiento en el Crystal Palace en Londres, primera sala de entrenamiento del estilo en Europa. Por otra parte, fueron muchos los karatecas españoles que pudieron conocer de primera mano las enseñanzas del shihan Steve Arneil, pues fue el principal maestro en los cursillos de verano que durante años se impartieron en Panticosa.

En 1970, Antonio Piñero obtuvo su segundo Dan en el primer examen organizado en España por la Federación Española de Karate, adscrita a la Federación Mundial. Cuatro años después se creó la Delegación Española de la Organización Europea de Karate Kyokushinkai de la cual él será principal representante. Y en 1992 es elegido como director de la Organización Europea de Karate Kyokushin, puesto en el que le antecedieron dos de sus maestros: Steve Arneil y Loek Hollander.


Las diversas circunstancias que marcaron el desarrollo del estilo creado por Masutatsu “Sosai” Oyama a partir de su muerte en 1994 y que llevaron a una disgregación de su enseñanza en varias organizaciones es el marco que acoge la creación de la KWF (Kyokushin World Federation) el año 2010; su Presidente, Antonio Piñero, sigue realizando la importante labor de docencia de Karate que ha marcado su vida.
En 1979, Antonio Piñero es coautor, junto a Dominique Valera, del libro Karate. Técnicas de competición. Dominique Valera (nacido en Lyon en 1947), uno de los máximos exponentes del karate francés y del full contact, figura en la presentación de la obra como séptimo dan; por esa fecha, Antonio Piñero era cuarto dan.

En Karate. Técnicas de competición, libro que ante todo quiere presentar diversas estrategias centradas en el combate, leemos estas palabras que son sumamente significativas a la hora de definir la concepción que se tenía por esos años de este arte marcial:
“El cuerpo humano dispone de un potencial de energía suficiente para la realización, a condición que sea liberado y utilizado inteligentemente. Uno de los factores más importantes es el estado de espíritu del karateka. Su coraje y su dureza determinan el valor de su espíritu y condicionan cada gesto. Esto que se llama <el espíritu del karateka> es un conjunto de aptitudes mentales que existen igualmente en los otros deportes de combate bajo otros nombres, e incluso en esto que concierne”.
Unos años después, Antonio Piñero realiza una obra fundamental que a muchos practicantes de Kyokushin nos ha servido como referencia para un acercamiento teórico: Karate Kyokushinkai, dedicado a “Su Majestad el Rey de España D. Juan Carlos I”. El texto también fue publicado en Zaragoza, en 1984.
En esta obra, su autor reconoce que son muchos los cambios y la evolución experimentados por el karate entre 1974 y 1984: “el karate se ha popularizado en todos los ámbitos culturales y sociales, y son ya innumerables los centros deportivos, gimnasios y colegios en los que se practica este arte marcial. Kyokushinkai karate, considerado mundialmente como el más fuerte, está conociendo este gran auge en nuestro país y, de hecho, son ya más de cien centros donde se imparten estas enseñanzas y unos 20.000 karatekas los que están practicando este deporte”. Se señala, además, en el “Prólogo” que este libro presenta la progresión que sigue la enseñanza del karate, con algunas variaciones respecto a la actualidad.
El carácter con el que Antonio Piñero define el karate, varía bastante respecto a la obra que escribió en co-autoría con Dominique Valera, así leemos:
“Uno de los factores más importantes para que Vd. tenga éxito en el karate es una actitud correcta hacia su dojo, hacia las normas y sobre todo hacia su Sensei. Para alcanzar una meta que merezca la pena se necesita dedicación y perseverancia, bien sea para aprender piano o para estudiar cualquier carrera en la Universidad, y de igual forma en el estudio de un arte marcial. Su instructor no demostrará mucho interés por Vd. al principio; esto es normal en las artes marciales. Él espera que Vd. le demuestre que es un estudiante serio, una persona que está agradecida por recibir sus conocimientos. Conforme vaya progresando pasará más tiempo ayudándole a entender las técnicas y el porqué de ellas”.
Muchos somos los que hemos tenido la oportunidad de progresar en este sendero, que forma parte de la vida, que es el karate; también tuve la fortuna de asistir durante tres años a las enseñanzas impartidas por el shihan Antonio Piñero… y, de aquel tiempo, todavía resuena el eco de una actitud plenamente reflejada en las palabras que acabamos de citar.

No podemos acabar este pequeño homenaje al shihan Antonio Piñero, con motivo de los cincuenta años de la apertura del dojo Karate Kan, sin reproducir estas palabras que siempre deberían estar presentes en nuestra práctica cotidiana -también pertenecen al libro mencionado-:
“Finalmente, y lo más importante, deberá aceptar que su progreso en karate dependerá de la intensidad con la que se entregue a la práctica constante. El logro de una seguridad en sí mismo solamente se puede hacer desarrollando esta gran concentración llamada fuerza de voluntad y conocida en karate con la terminología de kime o a veces kiai. El desarrollo de esta intensa concentración con la que el cuerpo puede lograr lo que parece imposible se conoce como el desarrollo de <una voluntad de hierro>”.

Osu

martes, 28 de junio de 2016

La leyenda del gran Judo

SANSHIRO SUGATA
(Una película)

Akira Kurosawa (1910-1998) es uno de los más importantes cineastas japoneses. Entre sus películas hay que mencionar obras maestras como Los siete samuráis, Perro rabioso, Barbarroja, Rashomon, Yojimbo, Ran, Kagemusha y tantas otras. El primer film dirigido por él fue Sanshiro Sugata, el año 1943. Cuenta la historia de un protagonista con ese mismo nombre. Se desarrolla a finales del siglo XIX, en plena época Meiji, alrededor de 1882. Sanshiro Sugata busca un maestro que le enseñe el arte del jiujitsu y se ve involucrado en el enfrentamiento de los seguidores de esta disciplina marcial antigua con los primeros representantes del desarrollo de una nueva visión de la lucha, el judo, ejemplificado en la figura del maestro Yano. A la vez, La leyenda del gran Judo, nombre con el que fue traducida esta película al español, es un melodrama que relata el idilio de su protagonista con la hija de un maestro rival, al cual Sugata Sanshiro habrá de desafiar.

            Akira Kurosawa se hace eco en el filme de los problemas a los que hubieron de enfrentarse los pioneros del judo, con una interpretación radicalmente diferente de la vida respecto a los seguidores del jiujitsu. Basta comprobar el tan diferente enfoque entre el maestro Yano y los representantes de unas escuelas antiguas que sólo buscan mantener unos privilegios que habían conseguido como expertos en la lucha cuerpo a cuerpo.
Más allá de todo esto, Akira Kurosawa ya desde su primera película manifiesta con total claridad cuál va a ser una de las mayores preocupaciones en sus narraciones fílmicas: el desarrollo del ser humano, el aprendizaje que conlleva el recorrer un camino de perfeccionamiento interior.

            Sugata Sanshiro comienza siendo un muchacho tan fuerte como agresivo y le gusta buscarse problemas. Un amanecer llegará a la casa de su maestro después de haber pasado la noche en el barrio de diversión y haberse enfrentado a numerosos adversarios en una pelea callejera, expresión de una fuerza interna que todavía no ha encontrado su cauce para manifestarse desde el respeto. El maestro Yano va a recibirle con la dureza del que no está dispuesto a admitir como seguidor del judo a aquel que no sea digno. El diálogo entre ambos personajes, el maestro Yano y el joven Sugata Sanshiro, es uno de los momentos más interesantes de la película
MAESTRO: Bien. Seguro que te sientes orgulloso de haber derribado a tanta gente.
SUGATA: Lo siento.
MAESTRO: Hubiese querido verte en acción. Eres fuerte, en realidad muy fuerte. Puede que seas el más fuerte que yo he conocido. Sin embargo tienes que saber que hay una gran distancia entre el judo que yo practico y tu clase de judo. ¿Sabes qué quiero decir? Tú no sabes usarlo. Tú no conoces qué es el camino de la vida. Y enseñar judo a alguien como tú es como poner un cuchillo en las manos de un loco.
SUGATA: Lo sé.
MAESTRO: Eso es mentira. Actuar como tú lo haces sin una causa y sin un propósito, simplemente por odio, ¿es ese el camino de la vida? No. El camino consiste en la lealtad y en el amor. Esta es la verdad natural del cielo y la tierra. Ésta es la más alta verdad y la única por la que un hombre puede afrontar a la muerte.
SUGATA: Yo puedo enfrentarme a la muerte. No temo morir, incluso ahora mismo si usted lo ordena.
MAESTRO: Cállate. Tú no eres más que un vulgar luchador callejero.
SUGATA: No temo a la muerte.
MAESTRO: Entonces, ve y muere.

            Sugata Sanshiro se arrojará a un lago que está situado en el patio de la casa de su maestro, con la completa determinación de esperar que le llegue la muerte. Y así sucede, pero no como él espera, sino en la visión de un loto que surge desde el lodo de las aguas, iluminado por la luna, imagen del tránsito que Sugata Sanshiro ha debido pasar para encontrarse con ese hombre nuevo que dé sentido real al arte que practica.

            El resto de la película, ahí queda.

martes, 21 de junio de 2016

Eiji Yoshikawa

Cuando se trata sobre la redacción de los Dojo Kun de Sosai Oyama, se suele hacer referencia a la relación que se establece, en torno a la década de 1950, del fundador de Kyokushin con el escritor japonés Eiji Yoshikawa (1892-1962).
Taiko, Fiji Yoshikawa
            Puede ser interesante que conozcamos un poco más de este autor, pues en sus novelas se localizan ejemplos de una filosofía que orienta el Budo Karate del que hablaba Masutatsu Oyama.

            La producción literaria de Eiji Yoshikawa se centra en la novela histórica. Su primer éxito, en 1921, es Shinran, sobre el fundador del Jôdo Shinshû, o Budismo de la Tierra Pura.

            Aunque contemporáneo, Eiji Yoshikawa, por esa voluntad de acercarse a la historia japonesa, bien puede ser visto desde los paradigmas literarios clásicos, evidentes sobre todo en la modernización que realiza sobre el Heike Monogatari.

Portada de El Cantar de Heike            Su producción alcanza un momento álgido a partir de 1935 cuando comienza la publicación de una extensa novela por entregas, Musashi, sobre el célebre samurái, Miyamoto Musashi, autor del tratado de esgrima Libro de los cinco anillos (siglo XVII).

En 1950, realiza el autor su versión al japonés moderno de la obra clásica Heike Monogatari (siglo XII) en la cual se relata el enfrentamiento de los Taira y los Minamoto; se trata de un texto épico japonés, equivalente a los que podemos encontrar en toda cultura (el Mahabaratha o el Ramayana indios, El libro de los Reyes de Firdusi, la Iliada y la Odisea de Homero en Grecia, el Cantar de Mío Cid en Castilla, la Chanson de Roland en Francia o el Cantar de los Nibelungos en alemán), pues el origen de toda civilización narra su génesis en relatos épicos.


            La última novela de Eiji Yoshikawa, que sería publicada póstuma en 1967, es Taiko. En ella se trata de una época crucial en la historia japonesa; el periodo final de la era Sengoku (1467-1615) durante el cual se produjo una guerra civil prácticamente continua entre estados combatientes dirigidos por diferentes clanes. En Taiko se relata el enfrentamiento entre los tres caudillos principales: Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Ieyasu Tokugawa el cual, tras las victorias de Sekigahara (1600) y de Osaka (1615) acabaría haciéndose el dueño absoluto de las islas del Sol Naciente, estableciendo una dinastía de gobernadores y un férreo control militar de la nación que perduraría hasta el siglo XIX.

            Actualmente, en español, podemos leer tres obras de Eiji Yoshikawa: Musashi, Taiko y Heike que ha comenzado a ser publicada por la Editorial Satori, especializada en literatura japonesa.

Un fragmento de Musashi I. Libro del aire. Aquí, el monje Takuan (otro nombre que debería ser una referencia obligada para todo practicante de las Artes Marciales) le dice a un Takezô (futuro Miyamoto Musashi) que está a punto de dar un giro radical a su vida:
“Naciste con fuerza y valor físicos, pero te falta conocimiento y sabiduría. Si bien lograste dominar algunos de los aspectos más desafortunados del camino del samurái, no hiciste el menor esfuerzo por adquirir sabiduría ni virtud. La gente habla de combinar el camino del aprendizaje con el camino del samurái, pero cuando están adecuadamente combinados no son dos sino uno solo. Hay un único camino”.
Musashi

lunes, 13 de junio de 2016

¿Qué es el Iaido?

un sable una vida
Se podría decir que el iaido es una disciplina marcial que consiste en aprender a manejar la espada (en japonés Katana o Ken) para desenvainar y cortar con rapidez, salvando la propia vida y matando a quien la ponía en peligro; pero a través de los siglos esa finalidad, sin duda bélica y violenta, de utilización de una espada se fue uniendo a otro tipo de elementos, fundamentalmente psicológicos y espirituales.
            Los contenidos psicológicos vendrían dados sobre todo en el hecho de convertir el entrenamiento en el manejo de la espada en un trabajo interior para conseguir una autodisciplina que lleve a la persona más allá del sentimiento de dolor cotidiano, hacia un progresivo mejoramiento como ser humano.

            La base espiritual del iaido estaría en relación directa con una de las ramas del budismo, el zen. En él se persigue, ante todo, la consecución plena del presente, la captación del instante en el mismo momento en el que sucede, sin pasado, sin futuro; existiendo sólo lo que hay en el presente fugaz que desaparece en el mismo momento en que se realiza un planteamiento lógico del tiempo.

filo de espada            Esta filosofía sirvió de mucho a los representantes de la casta guerrera de los samurái (los equivalentes a los caballeros de Occidente). Sirvió de mucho porque ayudaba a vivir sin contar con el futuro, sin estar atado al pasado. Vivir en el pleno presente y actuar en consonancia con lo que en cada momento ocurría, trascender la idea de vida y de muerte para que en cada momento sucediese lo justo, lo que tenía que suceder.

            Es en esto último donde cobraría sentido de ser la práctica contemporánea del iaido. La utilización de una espada con fines violentos, además de degradar al ser humano como tal, ya no tiene razón de ser (continuamente los enfrentamientos bélicos nos muestran cómo el hombre ha llevado el refinamiento de la brutalidad de matar más allá del uso de un arma blanca).

            Así pues, ¿dónde reside la justificación actual de trabajar con la espada? (si es que se necesita alguna justificación para ello).

             En el pensamiento de mejorarnos como personas, en la visualización de nuestros defectos para trascenderlos en cada corte, en la purificación que supone cada silbar de la hoja al abatirse hacia un cuerpo que no está.
espada iaido            Desde el siglo XVI comienzan a desarrollarse diversas escuelas especializadas en el uso de la espada. Algunas de ellas, que reciben el nombre de Koryu (ko, antigua, ryu, escuela), todavía perviven en la actualidad: Muso Shinden Ryu, Katori Shinto Ryu.Tamiya ryu Conocimientos que se mantienen vivos mediante la práctica de una serie de katas (movimientos enlazados que buscan una finalidad) ajenas, como se ha dicho, a un pensamiento violento que persiguiese exclusivamente la aniquilación del otro.

            En 1968, en una Comisión compuesta por maestros de diversas koryu, se crea la escuela de Sete-iaido, en ella se engloban elementos de todas los estilos antiguos, convirtiéndose en un magnifico acercamiento a la práctica de este Arte Marcial denominado iaido.

Detrás de la técnica
debes saber que está el espíritu.
Está amaneciendo;
abre la ventana,
y ahí está, ¡la luz de la luna brilla en el interior!

                                                               Yagyû Tajima no Kami Munenori